En el ambiente cultural español es muy usual afirmar que el poseer creencias religiosas dificulta la tarea de estudiar, investigar y enseñar bioética. Según ellos se perdería la neutralidad, se estaría tentado a imponer a otros el propio credo y se dificultaría la búsqueda de consenso tan necesario en esta disciplina. En el desarrollo de este artículo se analizan estas dificultades. Para la primera se considera que es una falacia que pretende descalificar a ciertas personas para que no participen en el debate bioético cuando no hay ningún sujeto para el dialogo que no este condicionado por sus creencias, sus increencias o su agnosticismo. Aceptar este argumento supondría una táctica para imponer la propia postura anulando al otro, con una merma en el pluralismo bioético. Además, la mera descalificación haría fracasar el dialogo bioético que debe basarse en que cada cual pueda expresar racionalmente su postura, y los demás puedan analizarla, no siendo rechazada a priori, por su procedencia. En cuanto a la segunda dificultad hay que decir que mientras las creencias sean religiosas, ateas o agnósticas, sean expresadas a través
de una elaboración razonada a la cual pueda acceder el interlocutor no deberían ser rechazadas, sino más bien atendidas en lo que tienen de aportación al debate intelectual. Por ultimo, respecto a la tercera, el diagnostico ético elaborado y deducido desde fuentes estrictamente religiosas, puede mostrar intuiciones morales básicas universales que ayuden al discurso racional de la bioética sin que esto produzca confusión o desunión entre los deliberantes bioéticos. Finalmente el trabajo analiza las relaciones entre bioética de máximos, mínimos y religión, haciendo hincapié
en que esta última y en concreto la cristiana, por su esfuerzo racional para hacer más inteligible lo humano es un antidoto frente al pensamiento débil que limita el quehacer bioético.
http://aebioetica.org/rtf/07-BIOETICA-67.pdf